Todos tenemos días que recordamos por ser especialmente divertidos.
En mi caso, recuerdo un fin de semana en especial. Cinco amigos del colegio nos juntamos todos los años un fin de semana para vernos. Ese año fuimos a Calafell y decidimos alquilar un velero con patrón para pasar el día.
Llegamos al puerto y nos esperaba Fernando, nuestro patrón. Enseguida se dio cuenta de que era nuestro “bautizo” de mar.
Nos acercamos al velero, un 13 metros. Primero subió Fernando y nos dijo “tener cuidado al subir, no es difícil, pero el barco se mueve”.
Desde el pantalán empezamos a saltar al barco con orden y lo hicimos bien los cuatro primeros, pero el quinto… al ir subiendo, el barco se fue separando cada vez más por la inercia de los saltos y cuando fue a saltar el último, estaba lo suficientemente lejos como para que no llegara y “¡Hombre al agua!”.
El pobre Luis, estaba en el agua y nosotros no podíamos ni ayudarle. Nos dio un ataque de risa. Fue muy cómico.
Menos mal que Fernando lo “pesco” y lo subió.
Cuando se nos pasó la risa, que contagiamos a Luis y a Fernando, nos explicó que el incidente era peligroso, que no había sucedido nada y que nos habíamos reído mucho, pero que había que tener cuidado.
EL caso es que hace poco, presencie una muy parecida, pero en tierra y esta vez sí que fue peligroso.
Estaba con un futuro cliente, visitando sus muelles de carga y uno de los camiones se había ido desplazando al meter la carga; me imagino que de la inercia del toro al dejar los palets lo iría moviendo.
El caso es que de repente oímos un ruido de los que dices “Algo gordo ha pasado”.
Las ruedas delanteras del toro se habían metido entre le hueco que había dejado el camión al desplazarse hacia delante y el muelle de carga.
En fin, lo mejor es que no le paso nada a nadie, pero la carga y el toro, no salieron muy bien parados.
Tras la primera evaluación de daños visual y saber que solo eran daños materiales, los “toreros” me comentaron que ese tipo de accidente pasaba de vez en cuando, pero que lo peor que les había pasado es que un conductor de un camión arrancó con el toro dentro de la caja. Parece ser que alguien dijo “ya te puedes ir”, pero era para otro chofer.
“Todos estos accidentes se pueden solucionar con un Retenedor de Camiones” les dije. “Por desgracia, no es un elemento de seguridad obligatorio, pero si puede evitar un accidente, merece la pena tenerlos”.
Mi amigo Luis, se cayó al agua y se llevó un chapuzón, pero la caída desde un muelle de carga es algo más peligrosa.
Pudiéndolo evitar, ¿vas a dejar que suceda?